miércoles, 14 de abril de 2010

MARTES Y 13



¡Joder, joder… me he levantado con el pie izquierdo! Resoplé mientras intentaba mantenerme en equilibrio sobre este pie, y haciendo hincapié en posar el pie derecho sobre el frío pavimento.
Pongo la radio en funcionamiento, y escucho… “Hoy es martes 13… ya sabéis aquello de ni te cases ni te embarques”. Sonrío, porque el trece es mi número favorito, y aunque aún hay gente incrédula, creo que estamos marcados por la numerología.
Preparo el desayuno, y a lo lejos escucho a mi hija exclamar
-¡Mami, prepárame una tostada con tomate, please!
¡Ay las mamis!… Mecachis, derramo la sal sobre la mesa, y asustada por la premonición me limito a limpiarla, y echarla por detrás… dicen que eso rompe el maleficio.
Mi hija sale de la habitación… y quedo asombrada, de color acido que ha elegido para este día primaveral… sale de amarillo y pienso si la viese en ese momento “Moliere”.
Consulto el reloj, creo que me estoy demorando demasiado. Llegaré tarde al trabajo.
Me dirijo al baño, y entonces ocurre lo inesperado. Al mirarme en el espejo, este se va resquebrajando…
-¡Oh, oh… no es posible!… Dicen que siete años de… ¡Dios mío, no puede ser!….
Salgo rápidamente hacia la calle, tengo que pasar por debajo de una escalera, pero no, por hoy ya ha sido bastante, rodeo a la escalera, y vuelvo a sonreír, pensando que he desafiado al destino, pero…
-Miauuuuuuuu… Un gato negro sale maullando de entre los contenedores de basura… y me quedo mirándole fijamente, a ver si viene hacía mí… o se aleja.
Pero por el contrario lo que diviso cerca de mí, es la matricula del autobús… M 3113TO y ya no veo más, solo oscuridad… hasta que mis ojos se acostumbran a una débil luz que se refleja en mis parpados entreabiertos y cada vez voy viendo con más nitidez lo que hay a mi alrededor…
Diviso, personas de distintas edades, subiendo por una rampa… todos seguimos a una luz… alguien se acerca a mí, y me pregunta.
-¿Y a ti que te ha pasado?
Miro a unos y a otros, intento tocarlos, pero parecen desvanecerse al roce de mis manos, entonces me toco a mi misma… no siento nada, no soy nada… soy etérea, volátil.
¿Pero que me ha pasado? Entonces mi mente recuerda la última imagen de mi vida terrenal, y me veo bajo las ruedas del autobús…
¿Pero no dicen que el número 3113… es capicúa? Entonces decido que desde ese momento y en mi nueva vida fuera de la tierra, desterraré las supersticiones… no sirven para nada, y sólo sirven para crearnos falsas expectativas… ¿Y qué día es hoy? Dejarlo… creo que no es un buen día para morir… de hecho, creo que ningún día es bueno para ello…

2 comentarios:

  1. Lucía. Me ha encantado tu relato. Me gusta el tono desenfadado y el final tan imprevisible. Y puestos a sacarle enjundia, yo diría que podría mostrar esa serie de momentos encadenados que nos hacen sentir mal, tristes, apesadumbrados y, en cierto modo, cubiertos por un inexplicable maleficio. Pero el tiempo sigue su curso y de pronto nos vemos salir de esa oscuridad hacia una luz mucho mayor de la que teníamos antes (en este caso representada por la muerte o mas bien, resurrección a una nueva vida).
    Moraleja: los tiempos de oscuridad, los nudos en el tallo de nuestra existencia, siempre dan paso, si los sabemos aprovechar, a situaciones francamente renovadoras y por lo tanto mejores. De la máxima oscuridad puede surgir la mas extraordinaria luz.
    Un abrazo
    Sofía (tía de Jorge Browndel blog el silencio hecho palabra

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  2. Preciosas palabras que has dedicado a este relato...que intentaba ser divertido de un día como otro cualquiera en nuestro calendario.Me ha encantado " de la máxima oscuridad puede surgir la más extraordinaria luz". Alguien estaría muy orgulloso de tí. Un beso mi querida Sofía.

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