Tuve la sensación de escuchar unos gemidos, me levanté de la cama y me dirigí a la habitación de los niños, ambos dormían plácidamente.
Me dirigía hacia la habitación de mi padre, cuando escuché de nuevo esos gemidos, provenían de la planta de abajo, bajé la escalera con sumo cuidado y me dirigí hacia la cocina, donde parecía escuchar esos lamentos.
Mi padre esperaba impaciente.
-¡Por fin! Exclamó y añadió.- Estaba esperando que os levantaseis, mira…- me dijo señalando una toalla hecha un ovillo.
-Abrí la toalla y di un paso hacia atrás de la impresión…
-¡No te asustes, es un perrito! Comentó mi padre y continuó diciendo.
-Esta mañana en nuestro paseo diario por la estación, escuchamos estos gemidos y nos hemos encontrado con la desagradable escena de una perra que había muerto en el parto de sus cachorros, solo 3 de ellos han sobrevivido, y este es uno de ellos, era el más chiquitín, bueno chiquitina porque es hembra. Adrian se ha quedado con los otros dos.
No oculté en ningún momento mi extrañeza ante tal ser vivo… era diminuto, no pesaría más de 250 gramos, más pequeño que un gatito.
Empezó a temblar y mi padre calentó agua en una cacerola.
-Vamos hacer como se hacía antiguamente, le colocaremos una botella forrada a su lado, y mientras iba hablando lo preparaba con sumo cuidado.
A veces como en aquella ocasión le admiraba, mi padre es un poco rudo en sentimientos a la hora de demostrarlos, sin embargo tiene un corazón de oro y ese día le afloró una sensibilidad que yo desconocía.
Me dirigía hacia la habitación de mi padre, cuando escuché de nuevo esos gemidos, provenían de la planta de abajo, bajé la escalera con sumo cuidado y me dirigí hacia la cocina, donde parecía escuchar esos lamentos.
Mi padre esperaba impaciente.
-¡Por fin! Exclamó y añadió.- Estaba esperando que os levantaseis, mira…- me dijo señalando una toalla hecha un ovillo.
-Abrí la toalla y di un paso hacia atrás de la impresión…
-¡No te asustes, es un perrito! Comentó mi padre y continuó diciendo.
-Esta mañana en nuestro paseo diario por la estación, escuchamos estos gemidos y nos hemos encontrado con la desagradable escena de una perra que había muerto en el parto de sus cachorros, solo 3 de ellos han sobrevivido, y este es uno de ellos, era el más chiquitín, bueno chiquitina porque es hembra. Adrian se ha quedado con los otros dos.
No oculté en ningún momento mi extrañeza ante tal ser vivo… era diminuto, no pesaría más de 250 gramos, más pequeño que un gatito.
Empezó a temblar y mi padre calentó agua en una cacerola.
-Vamos hacer como se hacía antiguamente, le colocaremos una botella forrada a su lado, y mientras iba hablando lo preparaba con sumo cuidado.
A veces como en aquella ocasión le admiraba, mi padre es un poco rudo en sentimientos a la hora de demostrarlos, sin embargo tiene un corazón de oro y ese día le afloró una sensibilidad que yo desconocía.
Cuando se levantaron mi marido y los niños, “ella” estaba acurrucada al lado de la botella acolchada.
Mi niño apenas de 5 años, exclamó- Pero si casi no se ve. Y de ahí, elegimos su nombre.
Pudo haberse llamado “sol” por el día radiante en el que había nacido.
“Risas” por lo que hemos podido reír con ella en muchos momentos y aún seguimos haciéndolo.
“Lágrimas” por las que nos ha hecho derramar y las que derramaremos en un futuro.
“Perla” porque es una de nuestras joyas más preciada… y así podríamos seguir buscando un nombre para ella.
Decidimos casi por unanimidad que “Niebla” sería su nombre… apenas se divisaba entre aquel montón de toallas.
Ni qué decir tiene que pasamos por un calvario sacarla adelante, cuando la llevamos a la clínica veterinaria, no supieron decirnos exactamente que raza era, porque era una mezcla de chihuahua y otra raza que no recuerdo, y de ahí vendrían sus problemas.
Notamos que temblaba mucho, y esta raza al ser tan pequeña, se supone que es por miedo, por frio… pero los temblores continuaban, a veces le duraban horas y notamos que sus miembros inferiores se le quedaban paralizados y no podía andar.
Pensaron en parásitos, e iniciamos el tratamiento pero no fue efectivo, a medida que fue creciendo, que hoy tengo que decir que tiene 7 años y es más pequeña que una botella de Coca cola, a base de pruebas, se diagnosticó que sufría de una enfermedad neurológica, tal vez con la muerte de su madre se infectara, a ciencia cierta no se sabe.
Me han hablado alguna vez de sacrificarla, y ahí viene el porqué de esta saga que le dediqué a nuestras mascotas.
Me hallé en la incertidumbre de saber que era lo malo y lo bueno para ella. Es una perrita cariñosa, nadie me ha esperado en la puerta de la habitación, nadie nunca se ha alegrado tanto de verme ¡es mi niña! Yo que siempre había criticado a esas personas que tienen un amor desmesurado hacia los animales, pero en esta vida no se puede decir” de esta agua no beberé”.
Cuando no tiene sus crisis ella corretea alegremente, es más, es la delicia de los niños y los mayores cuando pasea por el parque… pero cuando tiene sus crisis se queda paralizada y no puede dar un paso… le puede durar segundos, minutos… entonces me mira con esos ojitos preciosos y me pregunta con su mirada.
-¿Qué me ocurre?
Y yo me acuerdo siempre de un proverbio que dice así: “Una vez me quejé de que no tenía zapatos… hasta que me encontré una persona que no tenía pies”.
Siempre han dicho que hay dos tipos de personas, los que consideran la vida un privilegio, y los que la ven como un problema.
Los primeros son personas entusiastas, optimistas y los que se crecen ante las adversidades, los segundos son recelosos, vacilantes, pesimistas… y yo me proyecto en los del primer tipo… así que “Niebla” seguirá con nosotros, y yo seré sus pies y su luz si la necesita algún día.
* * *
Hoy 1 de abril de 2010 la historia se repite. Niebla está haciendo compañía a mi padre. Allá en el pueblo los dos son más felices que en la ciudad. Estuve allí hace unos días y nada hacía presagiar lo que ocurriría.
Esta madrugada mi padre se despertó al escuchar unos gemidos y pensó que “Niebla” se encontraba indispuesta. Me llamó por teléfono y yo no daba crédito a lo que estaba escuchando. Su indisposición se llama “Abril” una perrita color canela que aún no ha abierto los ojos a la vida. Creo que es el mejor regalo que la primavera nos ha traído a casa y quería compartirlo con todos vosotros. ¡Gracias!
Mi niño apenas de 5 años, exclamó- Pero si casi no se ve. Y de ahí, elegimos su nombre.
Pudo haberse llamado “sol” por el día radiante en el que había nacido.
“Risas” por lo que hemos podido reír con ella en muchos momentos y aún seguimos haciéndolo.
“Lágrimas” por las que nos ha hecho derramar y las que derramaremos en un futuro.
“Perla” porque es una de nuestras joyas más preciada… y así podríamos seguir buscando un nombre para ella.
Decidimos casi por unanimidad que “Niebla” sería su nombre… apenas se divisaba entre aquel montón de toallas.
Ni qué decir tiene que pasamos por un calvario sacarla adelante, cuando la llevamos a la clínica veterinaria, no supieron decirnos exactamente que raza era, porque era una mezcla de chihuahua y otra raza que no recuerdo, y de ahí vendrían sus problemas.
Notamos que temblaba mucho, y esta raza al ser tan pequeña, se supone que es por miedo, por frio… pero los temblores continuaban, a veces le duraban horas y notamos que sus miembros inferiores se le quedaban paralizados y no podía andar.
Pensaron en parásitos, e iniciamos el tratamiento pero no fue efectivo, a medida que fue creciendo, que hoy tengo que decir que tiene 7 años y es más pequeña que una botella de Coca cola, a base de pruebas, se diagnosticó que sufría de una enfermedad neurológica, tal vez con la muerte de su madre se infectara, a ciencia cierta no se sabe.
Me han hablado alguna vez de sacrificarla, y ahí viene el porqué de esta saga que le dediqué a nuestras mascotas.
Me hallé en la incertidumbre de saber que era lo malo y lo bueno para ella. Es una perrita cariñosa, nadie me ha esperado en la puerta de la habitación, nadie nunca se ha alegrado tanto de verme ¡es mi niña! Yo que siempre había criticado a esas personas que tienen un amor desmesurado hacia los animales, pero en esta vida no se puede decir” de esta agua no beberé”.
Cuando no tiene sus crisis ella corretea alegremente, es más, es la delicia de los niños y los mayores cuando pasea por el parque… pero cuando tiene sus crisis se queda paralizada y no puede dar un paso… le puede durar segundos, minutos… entonces me mira con esos ojitos preciosos y me pregunta con su mirada.
-¿Qué me ocurre?
Y yo me acuerdo siempre de un proverbio que dice así: “Una vez me quejé de que no tenía zapatos… hasta que me encontré una persona que no tenía pies”.
Siempre han dicho que hay dos tipos de personas, los que consideran la vida un privilegio, y los que la ven como un problema.
Los primeros son personas entusiastas, optimistas y los que se crecen ante las adversidades, los segundos son recelosos, vacilantes, pesimistas… y yo me proyecto en los del primer tipo… así que “Niebla” seguirá con nosotros, y yo seré sus pies y su luz si la necesita algún día.
* * *
Hoy 1 de abril de 2010 la historia se repite. Niebla está haciendo compañía a mi padre. Allá en el pueblo los dos son más felices que en la ciudad. Estuve allí hace unos días y nada hacía presagiar lo que ocurriría.
Esta madrugada mi padre se despertó al escuchar unos gemidos y pensó que “Niebla” se encontraba indispuesta. Me llamó por teléfono y yo no daba crédito a lo que estaba escuchando. Su indisposición se llama “Abril” una perrita color canela que aún no ha abierto los ojos a la vida. Creo que es el mejor regalo que la primavera nos ha traído a casa y quería compartirlo con todos vosotros. ¡Gracias!
El silencio hecho palabra dijo:
ResponderEliminarPor casualidad hoy repasando el blog de Jorge, me he metido a husmear en el tuyo, que está casí de estreno.
Lo que has publicado hasta ahora, es lindo de verdad, y he disfrutado porque siempre es enriquecedor asomarse a las vidas de otras peronas, y poder descubrir el talento y la sensibilidad que de ellas se desprende ,bien por su forma de contar las historia o sus vivencias.
Ha sido un placer.
Soy la madre de Jorge Brown.
Gracias por haberte hecho seguidora de su blog, pero mucho me temo que a lo mejor se va a suspender.
Un abrazo y mucha suerte con tu blog.
Maribel
Mi querida Maribel. La pérdida de un hijo es una pérdida irreparable, creo que como madre que soy, entiendo por lo que has podido pasar, has hecho una cosa increible, como es la de que conozcamos a Jorge. Creo que ahora que somos muchos los que estamos en la editorial de Mar, la mía y las de cientos de compañeros, que estarán encantados de poder conocerle a el y su obra inacabada. Pero en tus manos está en la de decidir si seguir con el blog o no. Si sigues estaré encantada de seguir leyendo y conociendo su obra. Si no sigues, estás en tu derecho tambien, te deseo mucha suerte a ti tambien y espero que nos comuniquemos alguna vez más.
ResponderEliminarUn beso Maribel.
Súper! Muy bonita historia, Rosi. Niebla, niebla, como Unamuno.
ResponderEliminarHola Rosi:
ResponderEliminarTu historia me ha hecho llorar de lo lindo. Es una maravilla cómo la has transmitido. Siento ya a tu perrita como si fuese algo mío y noto un amor muy grande hacia ella.
He llegado hasta el final casi sin respirar por miedo a que algo malo le hubiese ocurrido y mi alegría ha sido total al saber que lo "malo" era algo tan hermoso como haber podido crear vida.
Un gran abrazo.
Sofía (tia de Jorge Brown)
PD: Me encantaría que dejases algún comentario en su blog el silencio hecho palabra
Mi querída Sofía, así lo he hecho. Qué cartas más entrañables entre una madre y un hijo, y que bellas palabras la que tu dedicas a tu sobrino. Me haré fan del blog de Jorge, no quiero que desaparezca, aún teneis muchas cosas que contar...Un beso.
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