miércoles, 29 de diciembre de 2010

EL MUDAKIRA DE SAMIR


En la próxima visita al cerro, el periodista tuvo en cuenta las palabras de Marco y llevó consigo un simple cuaderno y un bolígrafo. Hacía unos días que su hermana no dejaba de pedirle que le describiese uno de esos atardeceres africanos.

Cuando llegó a la cima, lo vio en su silla de piedra. Lucas se alegró de aquel encuentro provocado. Cuando se acercó, el muchacho le cedió el sitio. Lucas le dijo en francés que no se levantara, pero puso cara de no entender el idioma. No dejaba de gesticular para que el periodista tomara asiento. Lucas así lo hizo para que le prestara atención y así poder presentarse de alguna manera.

Mediante señas, repitió su nombre varias veces, hasta conseguir que lo balbuceara. A su vez el chico, golpeándose el pecho, repitió Samir hasta que él lo pronunció.

Se acordó de la advertencia de Marco y observó que estaban solos. Sintió alivio.

Mudakira –Dijo Samir indicando el cuaderno que Lucas había dejado encima de la piedra. Sonrió y repitió cuaderno en árabe al tiempo que dejaba el bolígrafo encima.

Este es un párrafo de uno de los relatos de mi nuevo libro "Prohibido pisar las flores", El mudakira de Samir, una historia entre un periodista y un niño de Sudan, a quien cambian los balones y cuadernos por articulos de violencia.
Espero que este libro sea leído y no olvidado en una estantería lleno de polvo.
Os deseo Feliz Año nuevo 2011.

martes, 21 de diciembre de 2010

PROHIBIDO PISAR LAS FLORES


Un día antes del gran sorteo puedo comunicaros que me ha tocado la lotería, sí puedo decir eso… porque hoy en día tener un libro publicado es como acariciar la suerte con nuestros dedos.

“Prohibido pisar las flores”. Un libro escrito por cinco mujeres “Fergutson” Un libro escrito desde cinco miradas desde un balcón, un libro escrito con historias en blanco y negro.

¿Alguien puede saber que pasa por la mente de un terrorista cuando se enamora de su objetivo?

¿Alguien pudo evitar la muerte de una mujer, cuyas muertes van aumentando cada año?

¿Qué ocurre en veinticuatro horas por una persona que trabaja en una ONG?

¿Puede un espejo mentir? En una de estas veinticinco historias sí.

Son veinticinco historias desgranadas, con tesón y esfuerzo por cada una de nosotras. Veinticinco historias de las que hemos fotografiado con palabras e imágenes cada una de ellas.

Hemos contado con el prólogo de Isabel San Sebastián. Y para enriquecer más esta labor, nos hemos propuesto ayudar a la “Fundación de La mujer”.

Yo personalmente también he querido aportar mi granito de arena y mi pequeño porcentaje se lo donaré a “Fundame” Fundación Atrofia Muscular Espinal.

Dijo Enrique Jardiel Poncela “El libro y la mujer que han de influir en tu vida, llegan a tus manos sin buscarlos” Ojalá se cumpla su cometido, y nosotras como mujeres, como “ flores” nunca seamos pisoteadas.

Y ya con esta buena noticia me despediré de todos vosotros hasta después de Navidades. Cuando regrese de nuevo, será el año 2011, así que os deseo a todos una muy Feliz Navidad y recordar que el mejor deseo que se puede pedir, es “Vivir” vivir con la familia, con los amigos, con todos nosotros. Un beso amigos y compañeros de letras.

martes, 7 de diciembre de 2010

A MI QUERIDA COMPAÑERA


Porque la pregunta del millón es... ¿porqué no dijiste nada? Esperemos que no sea demasiado tarde.

Querida Amiga: En realidad todavía no sé cómo definirte, si amiga porque esta es una palabra bella con un significado especial, y tú eres… como te diría, esa amiga a la que quisieras ver cada día. La que te acompaña en momentos alegres y tristes, en la que no estás a mi lado, pero te siento cerca, muy dentro de mí.

Durante mucho tiempo he escrito a todos y cada uno de vosotros, a nuestros pecados, a las mentiras, al amor, a los celos, los sueños, al humor… a la mujer, al hombre, a las distintas etapas de la vida, infancia, adolescencia, madurez y ocaso.

Pero esta vez, quiero escribirte una carta a ti, solo a ti…”a la vida” la más bella palabra del diccionario. Quiero pedirte, más bien la palabra exacta sería rogarte… porque no me hallo en el derecho de exigirte un poco más de tiempo, solo vivimos una vez, y no puedes hacerme esto… no, así no quiero irme… tengo que despedirme, y no creas que te lo voy hacer fácil.

Esta vez he caído más y más lentamente, hasta ahora he podido siempre levantarme… pero lo estoy intentando… cada día que vivo, lo hago por vosotros, mi familia, mis amigos pero también soy sincera y doy cada día todo por mí, quiero todavía que se cumplan todos mis sueños.

Para probar el sabor dulce, antes tuve que probar el sabor del dolor, tuve que enfrentarme a ti, para luchar en mi beneficio, no nos engañemos, mis proyectos están todavía en el aire, aun no los conseguí, y lucharé contra ti por vivir… ¡vivir!

Podría escribir esta noche la carta más triste de mi vida, sin embargo no será así, porque aunque tenga que hacer mi viaje más largo sin equipaje, me llevaré todo de ellos.

Me llevo todo el amor que me ha dado mi esposo, me llevo las risas de mis hijos, el cariño de mi familia, y el apoyo incondicional de mis amigos… ¿qué más puedo pedir? Sería egoísta por mi parte pedir más… y más ¡Pero lo estoy pidiendo a gritos!

Anoche fui feliz, hacía tiempo que no me había sentido así. Hemos pasado unos días muy duros, hemos sobrevolado entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, pero ahora me encuentro en una fase de esperanza… de que todo vaya a ir bien.

El, mi esposo, me hizo sentir la mujer más deseada del mundo… aunque eso me costase que ambos derramásemos lágrimas a raudales.

Temblé como la primera vez, pero no era ante el temor de algo desconocido, no era de amor, ni de pasión, ambos temblamos arañando los instantes que deseamos estar todavía juntos.

Sus manos se deslizaron sobre mi camisón de raso color chocolate, y subieron por mis caderas llevándose entre sus dedos, la fina tela que envolvía mi cuerpo.

Me miré al espejo y me vi, mis labios querían pronunciar palabras, pero eran ahogadas por besos…

-Apaga la luz por favor, apágala…susurré con un hilo de voz.

-No seas tonta, mira…

Deslizó los finos tirantes del camisón sobre mis hombros, y en unos segundos me vi frente al espejo desnuda. Mi rostro cambió entonces y solo pude murmurar…

-¡No, no quiero verme así! Oculté mi rostro entre mis manos y lloré amargamente.

-¡Quiero recuperar mi pecho, no quiero sentirme así!- Susurré con un hilo de voz, apenas perceptible.

Su mano acariciaba suavemente mi espalda y llegó al lugar que había ocupado uno de mis senos, dónde el filo de un bisturí había dejado un cruel recuerdo.

Le aparté bruscamente la mano, pero él tomó la mía, y me la puso sobre esta maldita cicatriz, diciendo:

-No hables, sólo escucha y dime lo que sientes …

Mi rostro palideció y con voz quebrada murmuré.

-¡Los latidos de mi corazón!

-Agradece los instantes que te están regalando, agradece que no seas un recuerdo, suspiras, besas, amas… ¡Todavía eres una mujer!

Y en un delicado gesto me alzó el rostro, pude ver sus ojos abnegados de lágrimas… los dos nos fundimos en un largo abrazo, nos hablamos sin palabras, nos amamos sin decirnos nada…

Me despierto sobresaltada al notar su ausencia en la cama, me he levantado bruscamente y he ido a su encuentro.

Como cada noche, desde hace algunas ya… está en el balcón contemplando las estrellas, yo le observo en silencio, estará recordando cuando me llevaba de la mano por Compostela, como él me contaba por “el campo de las estrellas”…

En el momento que intentaba alejarme de allí sin ser vista, mis labios se abrieron y gimieron de dolor… él volvió la cabeza y me ofreció su mano para que le acompañase.

Yo miré hacia una estrella y la señalé… ¡Mira esa es la más luminosa! Cuando la oscuridad llegue a nosotros, tú mirarás hacia arriba y me verás… siempre iluminaré nuestra casa… ¿Me has oído?

-¡Te he oído!- Exclamó prestandome el calor de sus abrazos.

Me besó.

Le besé.

Y seguiamos besándonos cuando despuntaba el alba…

sábado, 4 de diciembre de 2010

ES OTOÑO Y NO LLUEVE


MENCION ESPECIAL: TESTIMONIO HISTÓRICO.

Es otoño y no llueve

¿Por qué si todos vivimos bajo el mismo sol, existen lugares donde la tierra abre las puertas al infierno?- Me pregunto una y otra vez cada día de mi breve existencia.

Un desafortunado accidente trajo la tristeza más grande que pudiera existir para enturbiar mi llegada. Mamá me ha tenido sola, mientras mi padre se halla a setecientos metros bajo tierra.

Desde que llegué a la vida hace unos días, tengo una cita en la explanada de la mina. Han instalado un campamento llamado Esperanza.

Se escucha el murmullo del viento. El tiempo pasa lentamente. Y sube el primero. Se oye un gran revuelo de voces. Y van llegando uno detrás de otro, así hasta el número 33. ¡Él! Sí, creo que es mi padre. Mamá me arrulla contra su pecho, y su corazón empieza a latir con fuerza, entonces he creído verte llegar despacio con ese andar de los que están cansados.

Al vernos nos abrazas a todos, hasta mí llega el olor a sudor, a carbón de la vieja mina.

Es una tarde de otoño, esas que los pintores aprovechan para dar luz en una ocasión especial. Y como esperando la luz más adecuada para pintar esa escena, ahí estás tú como el caballero que baja de su caballo para salvar a la dama.

Me coges entre tus brazos y te escucho susurrar mi nombre. “Esperanza”.

En el lienzo el pintor puede dibujar la escena, tus manos encallecidas tomando la mía, como pintado con prisa. Y pienso en cómo se podrá dibujar, cuando la vida te da la oportunidad de vivir de nuevo.

La respuesta viene difuminada a través del humo negro y el polvo que delata al fondo la vieja mina. Hoy no llueve, sin embargo en mi rostro percibo una sensación fría… miro hacia arriba y observo que son las lágrimas de mi padre. ¡Yo también, te doy las gracias por haberte conocido papá!

martes, 23 de noviembre de 2010

LAS PUERTAS DEL INFIERNO


LAS PUERTAS DEL INFIERNO

Cuando uno empieza a contarle su vida a desconocidos, lo que procede es empezar diciendo: “permítanme que me presente...” en este caso no sé si sería lo más adecuado. En primer lugar, porque mi nombre no les va decir nada a la mayoría de Vds., y en segundo lugar, porque estoy hablando del pasado, y el pasado es algo que suele olvidársenos con facilidad, sobre todo, si no lo hemos vivido en primera persona.

Tardé mucho en nacer y morí en un instante, mi existencia fue efímera, pero me permitió vivir lo suficiente para abrir las puertas del Infierno.

Seguro que si ahora les digo mi nombre, me prestarán más atención, no todos los días se tiene noticias de alguien que ha penetrado en la mismísima morada de Satanás.

Mi nombre es “Little Boy”. Aunque desde aquel 6 de Agosto, hasta el día de hoy, se han vertido ríos de tinta sobre mí, si la persona que está leyendo esto es una persona joven, pensará que soy un videojuego de última generación, en casi todos ellos se abren las puertas del infierno, aunque en todos ellos se puede cerrar al final de la partida. A otros, le recordaré un cantante de rap, de estos que ahora van con unos pantalones cuatro tallas más grandes y la gorra del revés, algo inconcebible para mis contemporáneos. Para otros, curiosos y estudiosos de la historia, seré un mal recuerdo, algo infame que ojalá no se repita jamás. Solo para unos cuantos, muy pocos, la pesadilla sigue viva, escrita sobre su piel y grabada para siempre en su memoria, aunque entonces sólo fueran unos niños. Ellos fueron la auténtica crónica de todo lo que siguió a mi existencia. Continuará...