miércoles, 29 de diciembre de 2010

EL MUDAKIRA DE SAMIR


En la próxima visita al cerro, el periodista tuvo en cuenta las palabras de Marco y llevó consigo un simple cuaderno y un bolígrafo. Hacía unos días que su hermana no dejaba de pedirle que le describiese uno de esos atardeceres africanos.

Cuando llegó a la cima, lo vio en su silla de piedra. Lucas se alegró de aquel encuentro provocado. Cuando se acercó, el muchacho le cedió el sitio. Lucas le dijo en francés que no se levantara, pero puso cara de no entender el idioma. No dejaba de gesticular para que el periodista tomara asiento. Lucas así lo hizo para que le prestara atención y así poder presentarse de alguna manera.

Mediante señas, repitió su nombre varias veces, hasta conseguir que lo balbuceara. A su vez el chico, golpeándose el pecho, repitió Samir hasta que él lo pronunció.

Se acordó de la advertencia de Marco y observó que estaban solos. Sintió alivio.

Mudakira –Dijo Samir indicando el cuaderno que Lucas había dejado encima de la piedra. Sonrió y repitió cuaderno en árabe al tiempo que dejaba el bolígrafo encima.

Este es un párrafo de uno de los relatos de mi nuevo libro "Prohibido pisar las flores", El mudakira de Samir, una historia entre un periodista y un niño de Sudan, a quien cambian los balones y cuadernos por articulos de violencia.
Espero que este libro sea leído y no olvidado en una estantería lleno de polvo.
Os deseo Feliz Año nuevo 2011.

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