jueves, 13 de mayo de 2010

¿QUÉ ES UN BESO?


Espero cerca de la ventana la llegada de mi esposo. Una tenue brisa acaricia los visillos, a través de ellos diviso a una pareja joven con su bebé, que apenas da unos pasos y cae, con el consiguiente llanto del niño, ambos padres lo besuquean y como por arte de magia el niño deja de llorar.
El beso, como medicina es de un resultado extraordinario y entonces me pregunto.
¿Qué es un beso?
De pasión, de ternura, de amistad…
Me siento lentamente en un sillón y ya no miro por la ventana, mis pensamientos vuelan hacia mi primer beso.
Con la timidez que me caracterizaba, cerré tanto mis labios al recibirlo, como los puños… creo que hasta me clavé las uñas en las palmas de mis manos… con el tiempo mis labios se fueron abriendo y se convirtió en un momento mágico de mi vida.
Creo que los necesitaré siempre. Un beso sobre mis ojos para calmar mi llanto.
Un beso sobre mis labios cerrados, para mitigar el dolor.
Y un beso sobre mis labios entreabiertos, hace latir con fuerza mi corazón.
En alguno de ellos me hicieron levantar el vuelo, sin tener alas. En otros tuve que dar un ligero empujón para decir… deja que no me dejas respirar. ¡Ay, esos besos!
Cada vez que te sientas feliz da un beso, eso y una sonrisa pueden ser la mayor alegría del día.
Hojeo una de las novelas que tengo a mi alcance en una librería y por un momento me siento una heroína de ellas, una chiquilla preciosa siempre consigue sus propósitos, con una mirada una sonrisa y un beso… y suspiro.
Escucho el tintinear de unas llaves y salgo a esperarlo al vestíbulo de casa. El no es el galán de mis novelas alto, fuerte y de mirada misteriosa. Ni se llama Carlos Alberto, ni Luis Alfonso, no me hace falta, él solamente es quien me besa cada día al llegar a casa.
-Hum… digo refunfuñando… a ver dame otro beso.
Y él me besa de nuevo.
-¡Lo sabía! Tus besos saben a chocolate negro. Exclamé haciéndome la ofendida.
-Pero mujer sólo ha sido una chocolatina, ahora de camino a casa.
-Sí, sí, pero luego no me vengas, con la hipertensión, con la diabetes, con el dichoso colesterol.
-¿Pero como puedes decir semejantes estupideces? ¡Ay hija, mañana no te doy ningún beso!
Y se aleja de nuevo dejándome allí suspirando y pensando en cómo serán los besos de Richard Geere ¿Me importaran si saben a chocolate negro?

2 comentarios:

  1. ¡Hola Rosi querida! ¡Qué gusto encontrarte de nuevo! Estoy recién llegada de Fez y ya con la nostalgia a cuestas.
    ¡Los besos! ¡Ay los besos! Aún recuerdo los de mi padre antes de dejarme... Después... Sigo buscando su magia.

    Un abrazo

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  2. ¡Ay esos besos Sofía! Ese día estaría yo un poco "mimosa" como bien decimos son necesarios en muchos momentos, aunque a decir verdad a mí me gustan más los abrazos, creo que un abrazo cálido en un momento delicado, no hace falta decir palabras, se siente la emoción del momento. Así que, querida Amiga (con mayúsculas) desde aquí un abrazo y un beso.

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